domingo, 4 de julio de 2010

Náufragos (I)

Tengo la afición de tumbarme en el rompeolas y dejarme mecer por las furiosas corrientes, como si fuera una enorme ballena varada en la orilla en una playa equivocada. Se trata de un artificio extrañamente divertido, en el cual podría nadar y ser autosuficiente pero decido dejarme llevar por la violencia de las olas. De algún modo es como sentirse incapaz de volver a nadar hasta una mayor profundidad, pero gozando al mismo tiempo de la reconfortante certeza de que podría empezar a hacerlo en cualquier momento si quisiera.
Las ballenas cuando quedan ancladas en la lengua del continente pierden toda su grandilocuencia marina; se transforman en enormes seres atrapados en la condena de la gravedad. Condenados a ser rescatados para sobrevivir. Con la paz que sólo los náufragos de un barco hundido experimentan: conocedores, durante un instante crucial, de que ya hicieron todo lo posible por sobrevivir y a partir de ese momento sólo podrían esperar pacientemente la decisión del destino. El orgullo de haber agotado todas las posibilidades es una sensación sólo reservada al momento en que el fracaso total de tus decisiones, o la inoperancia de la fortuna, se transforman en certeza crucial.

1 comentario:

  1. Me gusta!! Nunca me había parado a pensar estas cosas... Por el título intuyo que hay más partes. Pues nada, espero seguir leyéndolo. Un besazo

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KIKE HERNANDEZ "Destrucción de todo lo conocido"

Tras unos meses de silencio después de «La ley del todo o nada», a finales de 2011 presentaré mi segundo trabajo: "Destrucción de todo lo conocido", grabado en los estudios Pelazoh Sound de Granada con Saúl Gonzálvez a los controles.